Gabriela Mistral era el seudónimo literario de Lucila Godoy Alcayaga. Fue una destacada poetisa, docente y diplomática chilena, nacida en Vicuña, región del Coquimbo, el 7 de abril de 1889. Sus padres fueron Juan Godoy Villanueva y Petronila Alcayaga Rojas.
El padre de Lucila abandonó el hogar materno estando ella muy pequeña, de modo que su madre contrajo segundas nupcias. Creció en un ambiente rural, que le resultaba muy grato, sin embargo, no pudo culminar la escuela. Su hermana mayor ejerció como su maestra, y durante ese período tuvo sus primeros contactos con la poesía. El poeta francés Frédéric Mistral tuvo particular influencia en Lucila .
Tempranos intereses románticos tendrían gran impacto en su vida, en particular su vinculación amorosa con Romelio Ureta, un joven que terminaría suicidándose por problemas de dinero. Ya para aquella época Lucila había alcanzado un empleo como ayudante docente, trabajo para el que demostraría gran vocación.
Mistral demostró tener gran capacidad para la docencia, y aunque este aspecto de su vida se viera accidentado por no poseer estudios profesionales, no le impidió obtener amplio reconocimiento por su trabajo. Al mismo tiempo crecía su prestigio en el ambiente poético.
Su primera obra, Desolación, de 1922, le atrajo el respeto de la comunidad literaria chilena y también internacional. Comenzaría para ella una etapa de viajes, publicaciones y trabajo complementario a nivel diplomático, hasta que es nombrada Cónsul de Chile en 1933, y es destacada en diversas ciudades europeas. Su obra, cargada de un profundo contenido sentimental, es publicada y traducida a diferentes idiomas.
En 1945 la Academia Sueca le otorga a Gabriela Mistral el Premio Nobel de Literatura, por el valor del conjunto de su obra.
Posteriormente, en 1953, obtiene el cargo de Cónsul en Nueva York, y se radica en esa ciudad. Durante esos años conoce a la escritora norteamericana Doris Dana, que se convertiría en su confidente, y ejercería legalmente como su albacea. La correspondencia entre Mistral y Dana revela una fuerte carga afectuosa que ha hecho pensar que entre ellas existía relación de tipo sentimental. Esta idea siempre fue negada por Dana.
Últimos años
Gabriela Mistral vivió en Nueva York, pero no le era muy agradable la vida en Estados Unidos. Ensayó diversos lugares de residencia hasta que se radicó en la localidad de Long Island. Ya a mediados de la década de 1950 daba muestras de dolencias de tipo cardíaco y diabético. Pero la muerte sobrevendría por otros motivos, aquejada de cáncer de páncreas, moriría el 10 de enero de 1957. Sus restos fueron repatriados a Chile, e inhumados según su deseo de ser sepultada en el pueblo de Montegrande, donde había pasado una etapa muy feliz de su infancia.
Legado
La historia de Gabriela Mistral es una de superación personal muy inspiradora, supo dar lo mejor de sí en las tres actividades principales que abordó: poesía, docencia y diplomacia. La posteridad, por supuesto, recuerda de ella su faceta más notable: la poesía.
La calle donde nació, en la Ciudad de Vicuña, ahora lleva su nombre, y en ella se edificó un museo. La herencia de la poetisa fue dejada a un fondo que atiende a los niños de Montegrande.